He cruzado 7 continentes para llegar hasta aquí, en realidad vivo en un viaje continuo de aquí para allá, me deleito con sus distintos paisajes, disfruto de las aventuras que me depara cada uno, trato de integrarme plenamente para comprender la cultura de cada lugar. No os voy a engañar, viajar cansa, más como lo hago yo, simplemente con lo puesto. Pero nada en el mundo me ha dado tanto, algo que va más allá del disfrute y del placer, que tiene que ver con la satisfacción profunda de estar alumbrando una pequeña tribu, mi tribu. Lo mejor de viajar no son los paisajes, ni sus obras de arte, tampoco su particular cultura ni siquiera sus gentes, ¿que sería de todo eso, sin nadie con quien compartirlo? Por eso lo mejor de mis travesías es poder vivirlas con mi compañero de viaje. Tanta maravilla como descubro en estas tierras inexploradas serían sólo anécdotas si no tuviera con quien compartirlas.
Me llamo Jasnagora, soy trabajadora social y Terapeuta de familia, además soy mamá de 7 niños.
He llegado hasta aquí a través de un camino que no siempre ha estado claro, como nos pasa a muchos de mi generación, nos hemos preparado para una profesión, pero por el camino hemos encontrado otra, a veces porque el mercado laboral no ha dejado otra opción y otras porque descubres en ti otras inquietudes y buscas otro oficio. En mi caso estudié derecho, pero después descubrí el mundo de los marginados, los estigmatizados de esta sociedad y me fascinó, así que me hice trabajadora social y afortunadamente pude trabajar de ello.
Trabajé muchos años con madres solas y luego con población infantil, me encantaba mi trabajo, pero echaba de menos poder hacer un trabajo más en profundidad con las familias, que los cambios que conseguían se mantuvieran en el tiempo y decidí formarme como Terapeuta de familia.
Tuve la suerte de que mi formación coincidió con el nacimiento de mi pequeña gran familia y resultaba apasionante vivir en primera persona las crisis y dificultades que se presentan en toda familia sana y qué hacer para superarlas.
La terapia de familia me ha permitido vivir con más conciencia y plenitud mi propio proceso de pareja y de familia.
En el trabajo con otras familias he podido ayudarles mejor a comprender sus propios problemas y a generar recursos para su superación.
Como no hay dos sin tres, tras terminar mi formación como terapeuta de familia decidí profundizar en el mundo de la psicología y tras unos años de hacer malabares con trabajo, familia y estudios, terminé el grado en Psicología.
Siento un gran agradecimiento hacia la gente que en el pasado y en el presente me ha ayudado a comprender mis crisis y mis agobios familiares, y me gustaría devolver a quien le pueda servir este servicio.