“Llevo unos días atascada, no estoy mal pero me noto bloqueada”, “A veces me siento triste y no sé por qué “, “Me siento atrapado en mi vida, quiero a mi familia, pero no me siento lleno” Todas estas expresiones son indicativos de que ha llegado el momento de pararse y volver la mirada hacia dentro.
La mayoría de nosotros se esfuerza cada mañana por levantarse y afrontar con ilusión los retos de cada día, aunque haya que limpiar la misma casa, o realizar los mismos trayectos. Existe un principio vital, una orientación al bienestar a la que todos tendemos.
Igualmente todos podemos notar como se nos va colando por dentro el polvo del camino. Unas veces es cansancio, otras desamor, también dolor, rabia, en fin, las espinitas que se van clavando durante el día, la semana, el mes y los años.
Y ¿Qué hacemos con ese polvo?¿Dejamos que se acumule o hacemos “limpia” de vez en cuando?. A veces ni nos damos cuenta de que está o lo miramos de reojo pero seguimos tirando, con la esperanza de que desaparezca solo. O tal vez pensamos que es normal tener algo de “polvo” y desorden y lo dejamos ahí sin más.
En este post quiero hablarte de cómo hacer orden y limpieza por dentro, a lo Marie Kondo, pero en tu interior. Para ello nos valdremos de los mejores indicadores de nuestro estado interior: Las emociones.
emociones y supervivencia
Las emociones no son la guinda del pastel, ni el lazo del regalo, tampoco son un lujo reservado a los más sensibles. Son imprescindibles para todos. Las emociones nos permiten adaptarnos para lograr la supervivencia, ¡casi nada!.
Veamos cómo las emociones nos orientan para saber qué hacer en cada momento:
La tristeza favorece la elaboración del duelo (hacemos duelos continuamente, cada vez que perdemos algo que consideramos valioso).
El miedo nos advierte de una posible amenaza para huir o luchar según de que se trate.
El enfado nos permite responder ante injerencias del exterior, defendiendo lo que consideramos nuestro.
El asco nos protege de elementos o conductas potencialmente dañinas.
La alegría promueve la interacción social, es decir la creación y fortalecimiento de vínculos con los demás.
Como veis ninguna emoción es superflua y además de darnos información sobre nosotros, nos indican la respuesta adecuada para cada situación.
¿Qué pasa cuando aparece una emoción y no actuamos con coherencia? Entonces aparece la emoción desadaptativa, esa que no sabemos muy bien qué pinta, ni por qué la estamos sintiendo. ¿Os acordáis de las expresiones del principio?, Con toda probabilidad son emociones desadaptativas que han aparecido tras “acallar” la emoción primera.
Todos estamos llenos de emociones desadaptativas, aparecen casi sin darnos cuenta y no pasa nada, sólo hay que detectarlas para “desenmascarlas”
Veamos qué tenemos y a tirar lo que no sirva
En primer lugar hay que abrir armarios y sacar todo. Es decir, ojear por dentro y poner sobre la mesa lo que vemos: cansancio, soledad, ansiedad, angustia, dolor, lo que haya, todas las “prendas”.
Después hay que coger las “prendas” una a una y dedicarles un momento, simplemente para darnos cuenta de que están ahí y aceptarlas. Permítete sentir esa soledad o ese miedo, contémplalo un poco y luego decide.
Conforme vayas examinando tus “prendas” verás que hay algunas que tienen su sentido y te las querrás quedar, tal vez sientas cierta añoranza del pasado, gratitud hacia alguien… Habrá otras que entiendas que han tenido su sentido en algún momento, pero que ya no te sirven. Reconoce ese servicio que te han prestado y luego déjalas partir. Y habrá algunas emociones que te hagan sufrir y no entiendas por qué están, son las emociones desadaptativas.
Con esas emociones te propongo el siguiente ejercicio:
- Pregúntate ¿Cuál fue la emoción primera? Lo primero que sentiste en la situación con la cual relacionas la emoción.
- Con la emoción primera ya tenemos la clave. ¿Qué es lo más adaptativo con la tristeza, por ejemplo? A veces es simplemente expresarlo.
¿Sabes esa sensación de haber hecho un orden y limpieza total a lo Marie Kondo? Así te sentirás cuando hayas terminado de ordenar tus emociones.
Seguramente podrás tomar algunas decisiones que llevabas tiempo posponiendo.
Ganarás en seguridad porque sabes lo que sientes y por qué.
Lo mejor es que tendrás paz, un estado que es mucho más que una emoción. Viene como fruto, después de saber que vives la vida que quieres vivir.
Verdaderamente interesante, claro y muy práctico. Gracias miles Jas
Me alegro Tamara! Que fuera práctico era mi mayor mayor aspiración
Qué gran recomendación Jas! Y qué pocas veces nos paramos a » órdenar el armario»… Personalmente cada día doy más importancia a las gestión emocional, y sin duda, funciona. Enhorabuena por el artículo 🤗