Los hermanos pelean desde que el mundo es mundo ¿Os acordáis de Caín y Abel?, ¿Rómulo y Remo? En ambos casos, hermanos que pelearon hasta la muerte. Sobre los primeros planeaba la sombra de la envidia y en el caso de los fundadores de Roma, fue la ambiciòn lo que terminó con la vida de Remo.
Las peleas entre hermanos están tan presentes en las familias que incluso podemos llegar a pensar: “es normal que los hermanos peleen, siempre van a existir las peleas, así que mejor aceptarlo”. Y ciertamente las peleas entre hermanos son normales, pero ¿son deseables?, ¿se pueden evitar?, ¿es posible una convivencia pacífica entre hermanos?.
La respuesta es que SI, rotundamente. Son evitables y se puede llegar a conseguir una relación de cariño y solidaridad entre hermanos desde la infancia, donde el apoyo mutuo y la camaradería sean las principales señas entre ellos. Pero esta situación tan deseada no llega sola (al menos la mayoría de las veces), hay que trabajar y sembrar para poder ver los frutos de una saludable fraternidad.
Lo primero que hay que desterrar es la idea de que existe una estrategia general para gestionar las peleas. No todos los conflictos entre hermanos son iguales, por eso es importante saber qué hay detrás de cada pelea antes de empezar gestionarla. Tras 11 años de observación de peleas entre mis siete hijos he llegado a la conclusión de que básicamente existen tres tipos:
- Peleas entre iguales
- Peleas desequilibradas
- Peleas de interacción
A lo largo de este post me voy a centrar en el primer tipo de peleas y abordaré las dos siguientes en mi próxima publicación (prometo no tardar más de dos semanas).
Peleas entre iguales
Son las clásicas peleas en las que hay un componente de rivalidad contínuo. En mi familia, éstas se dan entre hermanos que juegan en la misma liga, es decir, dos hermanos del mismo sexo que están próximos en edad (no tienen por qué ser del mismo sexo, pero en mi caso es así). Cada uno de ellos percibe al otro como un adversario y lucha por defender su posición y hacer frente a su «rival».
Ambos están profundamente convencido de que la culpa de las peleas la tiene el otro, puesto que ellos si pegan o molestan es sólo porque el otro ha empezado primero. Para los dos hermanos la solución es que el otro cambie. Y como ambos piensan lo mismo se encuentran atrapados en un círculo que no acaba nunca y siempre se reproduce de forma muy parecida.
Sirve de muy poco tratar de analizar quién empezó primero con el objetivo de repartir justicia porque lo de menos es el motivo, el núcleo del problema está en cómo se perciben el uno al otro. Esta percepción negativa que tienen del otro hace que cualquier acto por su parte sea interpretado como un intento por molestar o por desafiarle. Por tanto la clave está en cambiar esa mirada que tienen el uno para el otro. ¿Cómo lo hacemos?.
Creando entornos solidarios
En definitiva se trata de que se conozcan y se comprendan mejor el uno al otro, de forma que logren crear una relación basada en la alianza y en la solidaridad. Os propongo dos acciones básicas que os van a ayudar a conseguirlo:
- Promover que se hagan favores entre ellos. Por ejemplo, estamos a punto de salir al cole y uno de ellos no encuentra un zapato (Lo cual sucede bastante en nuestra casa). Bien pues aprovecha la ocasión para pedir ayuda al otro hermano, lo de menos es que lo encuentre, lo importante es que él se va a sentir como un buen hermano y el que ha perdido el zapato se va a sentir apoyado por su hermano. De pronto uno descubre el camino para ser un buen hermano y el otro puede ver que en realidad su hermano no le quiere hacer siempre la puñeta si no que en realidad le quiere.
- Proponerles actividades que necesiten el uno del otro para alcanzar su fin, de forma que se miren entre ellos como aliados, no competidores. Por ejemplo en nuestra casa los sábados después de comer les ponemos una peli. Con frecuencia a esas horas del día el desorden por toda la casa ha alcanzado una cotas considerables, bien, pues ellos ya saben que tienen que colaborar unos con otros para recoger. No basta con que cada uno recoja lo suyo, los mayores tienen que ayudar a los pequeños y los pequeños tienen que dejarse orientar por los mayores, puesto que ellos son quienes organizan la recogida. La idea de fondo es: Tenéis que colaborar unos con otros para avanzar, sois un equipo
¿Qué hacemos cuando están peleando?
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Como regla general lo más efectivo es no intervenir. Ya hemos dicho que no es una cuestión de justicia, porque ambos se sienten agraviados, así que lo mejor es permanecer al margen. Podemos expresarles cualquier cosa por la cual comprendan que la responsabilidad de resolver su conflicto recae sobre ellos, por ejemplo: “Ya veo que estáis peleando de nuevo. Avisadme cuando terminéis, os espero en la cocina poniendo el lavavajillas”. No es necesario enfadarse y por supuesto es importante no mostrar alianza con ningún hijo, porque el otro hijo lo vería como una afrenta personal.
Aunque sea preferible no posicionarse durante la pelea y dejar que solucionen ellos sus problemas, resulta muy efectivo darles algunas nociones sobre cómo manejar el conflicto. Lo cierto es que con frecuencia no saben muy bien cómo proceder y no basta con decirles lo que no tienen que hacer, también hay que enseñarles lo que sí deben hacer. Os muestro un sencillo itinerario como ejemplo:
Les podemos explicar a cada uno qué hacer cuando se siente ofendido por el otro:
- Dile claramente y sin enfadarte que lo que está haciendo te molesta y pídele que deje de hacerlo.
- Si continúa molestando, pon distancia. Haz otra actividad, cambia de habitación.
Con este pequeño y sencillo itinerario se sentirán seguros para saber cómo actuar cuando su hermano les está molestando. P
Peleas y más peleas
Seguro que muchos os habéis sentido identificados con este tipo de peleas, son muy frecuentes en las familias y a veces pueden llegar a generar mucho malestar. La pelea no puede dominar el ambiente familiar, por eso mientras trabajamos ese cambio en la mirada de los hermanos, pongamos también una nota de buen humor y de optimismo en nuestra casa.
Seguro que algunos pensáis que este tipo de peleas no terminan de ajustarse a las que protagonizan vuestros hijos. Tal vez os parezca que en vuestro caso siempre es el mismo el que pega y el que recibe. O vuestros hijos se dedican a veces a molestar sin que haya mediado causa aparente, simplemente por diversión. Si alguna de estas situaciones te resultan familiares, seguro que el próximo post te resulta de gran utilidad.
Gracias por vuestra constancia y paciencia. Como siempre cualquier consulta que os surja la podéis plantear en Instagram @mamitherapy, ya sea por privado o comentarios.
Gracias mil!!!! Me da una alegría inmensa saber que puedo hacer algo para que mis hijos peleen menos. Y eso que no se pegan ni insultan pero verles enfrentados me causa mucho dolor a mí!
Voy a aplicar tus consejos de ayudarles a crecer en complicidad, a ver qué tal nos va! Ya te contaré. Mil gracias!!
Seguro que lo hacéis muy bien, ánimo!
Muy bueno!!!
Gracias hermosa!