Tareas domésticas: más allá de la igualdad

Lavori di casa, suena mejor en italiano, ¿no creéis?, parece casi una ocupación profesional. En italiano o en español, lo cierto es que esta actividad  ocupa un espacio importante de nuestras vidas. Aunque tengas la suerte de contar con ayuda, da igual, sigue haciendo falta que alguien recoja un juguete que «nadie» ha sacado, una toalla que está mojando la cama, unas incómodas miguillas en el sofá, etc.

Si antes de casarte vivías en un mundo mágico, en el que dejabas las cosas en cualquier lado y luego aparecían colocadas en el armario, no te preocupes, puedes seguir viviendo en ese mundo fantástico, en el que todo fluye, pero ahora el mago eres tú.

Las cosas de la casa nos ofrecen múltiples oportunidades de construir el cariño o de matarlo poco a poco. Sí, es posible que parejas con una buena relación, terminen tirándose los trastos a la cabeza por no saber gestionar bien el cuidado de la casa.

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La soledad de la vida en pareja

Algo tiene la soledad, que nadie quiere permanecer en ella mucho tiempo, incluso la intentamos evitar cuando la vemos venir a lo lejos por el camino. Una y otra vez buscamos el contacto, la cercanía con las personas. Lo buscamos por aire, por mar o por tierra. Con gritos, reproches o descalificaciones. Da igual, es mejor estar mal con alguien que estar solo.

Eso no lo digo yo, lo dicen los millones de hombres y mujeres que a diario prefieren un contacto desabrido que el frío de la indiferencia. El 75 % de las personas que se divorcian se vuelven a casar. Y sí, ya se, es mejor estar solo que mal acompañado, pero vamos más allá de esta obviedad,  porque la teoría es preciosa, lustrosa. Pero la realidad es que ese que estaba  “mejor solo que mal acompañado” vuelve a intentar buscar compañía, una y otra vez porque intuye que no está hecho para la soledad, si no para la conexión.

Y esa necesidad tan grande de proximidad, ¿es cuestión de madurez? ¿Mejora con la edad?, podemos pensar que lo más maduro es no tener una necesidad tan grande, hacerla un poco más pequeña y manejable. Hasta podemos creer que una vida plena es una vida con pocas necesidades afectivas y bien satisfechas. Y estaremos errando el tiro profundamente.

 

“Toda relación gira en torno a la necesidad básica de vinculación afectiva y el miedo a perderla” (Sue Johnson). Una vida de pareja plena pasa por reconocer la propia dependencia, no como un lastre, sino como el motor que me empuja a vincularme al otro. La dependencia emocional, por tanto no es signo de debilidad, sino requisito para llegar a lo más alto del amor.

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Un PROYECTO escrito a dos manos

 

¿Cómo es el aquí y el ahora de tu relación de pareja?, ¿Es como imaginabas?, seguramente no…,pero, ¿lo imaginabas? ¿Dedicasteis tú y tu pareja un tiempo a imaginar?  No me refiero a fantasías superficiales, hablo más bien del mapa de vuestra isla, un territorio por explorar y descubrir. Dibujar caminos, moldear montañas, colorear paisajes…, en definitiva, dar forma a vuestro lugar particular en el mundo, ese en el que sólo estáis vosotros dos.

Sí…, pueden venir invitados durante un tiempo, pero están de paso. Aunque cambien el paisaje, aunque ocupen los lugares más importantes. Vendrán, anidarán y se irán en busca de su propio lugar en el mundo.

Pero volvamos a ese lugar que es sólo vuestro, tal vez ninguno dedicó tiempo a pensar cómo quería que fuera, por las prisas, porque hubo que atender otras cosas o simplemente porque a nadie se le ocurrió.

En este post os invito a parar y pensar cómo queréis que sea vuestra relación de pareja, ya da igual como lo soñabais, tampoco importa demasiado como sea ahora, sólo importa lo que vosotros queráis.

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