Cuando todos los días pasas por las mismas calles es fácil que las personas que encuentras por el camino terminen resultando familiares, a veces incluso forman parte del paisaje urbano. Las personas sin hogar o que por cualquier causa están “pidiendo” no son una excepción.
Me he dado cuenta de que mis hijos ven cosas que yo no veo y, pensándolo, eso multiplica enormemente el campo de visión de la familia.
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