A vueltas con la familia política

 

 

Las discusiones que tenemos con nuestra pareja pueden ser por mil motivos distintos, sin embargo, al final, si nos paramos a pensar veremos que hay 2 o 3 temas que se repiten cíclicamente.
Esos «temazos» que toda pareja tiene están siempre ahí y de vez cuando, vuelven a sonar, el detonante es cada vez distinto pero la tonadilla es siempre la misma.
Uno de los temas que he visto en el ámbito de terapia de pareja con frecuencia tiene que ver con cuestiones relativas a la familia política, también llamada familia extensa o de origen.

Clarificando límites con la familia extensa

Cuando una pareja se forma una de las tareas «obligatorias» a realizar es la de establecer límites con las respectivas familias de origen, esto no significa necesariamente poner distancia con ellos, si no más bien ir construyendo el nuevo papel que toca desempeñar: el de hijo con familia propia.

Tal vez penséis, ¡Genial, buena idea, pero ya llevo 15 años casado!, así que, llega tarde…  Y ciertamente los buenos consejos si llegan a destiempo sirven de bien poco…, por eso me gustaría proponeros una forma sencilla pero eficaz de afrontar los problemas que tenemos con nuestra pareja relacionados con la familia política. Podremos aplicarla con independencia del tiempo que llevamos casados y el estado en que se encuentra nuestra relación.



Una situación típica

Voy a presentaros a Diego y a Ana, una pareja que acudió a consulta demandando orientación y con la que muchos os podéis sentir identificados.
Son una pareja que lleva 10 años casada, antes habían vivido juntos 3 años, tienen dos hijos, niño de 6 y niña de 8. Acudieron a terapia porque últimamente se había elevado la intensidad de los conflictos entre ellos y estaba generando mucho malestar en la familia.

Uno de los «temazos» de la pareja eran las discusiones por la madre de Diego, Vicky, una mujer viuda, sin más hijos, con una gran vitalidad y muchas ganas de estar con sus nietos. Lo cierto es que a Vicky le pedían con frecuencia que se quedara con los niños porque Diego y Ana trabajaban fuera de casa.

Vicky se quedaba contenta con sus nietos, pero cuando estaba con su hijo y su nuera no dudaba en darles su opinión en cuestiones tales como la cantidad de tv que veían los niños, lo estrictos que eran con los niños o la cantidad patatas fritas que comían. En esos momentos Ana miraba a Diego, esperando de él una respuesta, pero Diego evitaba el contacto visual con Ana y trataba de cambiar de tema. Ya en casa, Ana solía recriminar a Diego que no le dijera nada a su madre en su propia defensa y Diego solía minimizar todo esto, hasta que Ana desolada acababa llorando y Diego se iba sin saber muy bien qué hacer.

 

Radiografía de pensamientos y emociones

Todos nuestros personajes tienen en común que se ven entre ellos, de alguna forma, como una amenaza y actúan reactivamente, o sea, a la defensiva. Veamos las emociones y pensamientos de cada uno:

Ana : siente que su suegra le está cuestionando y le duele, pero lo que peor lleva es el «abandono» de su marido, ella  percibe que su marido opta por su madre y su reacción es de enfado.

Diego : tiene clarísimo que quiere a Ana y a sus hijos por encima de todo, pero teme que Ana le esté pidiendo que se enfrente con su madre, porque eso le haría sufrir a su madre y él quiere a su madre, su reacción es minimizar los problemas para que el conflicto no llegue a producirse.

Vicky : ella se siente sola y solo quiere sentirse querida por su hijo y su nuera y valiosa y útil de alguna forma.

Los tres pasos para reducir amenazas y aumentar seguridad

1. Expresamos el dolor que llegó antes que el enfado, en nuestro caso Ana podría decir: «Me duele que tu madre diga estas cosas, entiendo que es tu madre y la quieres, yo también la quiero y no quiero que sufra, pero me gustaría que encontraras la manera de explicarle que me hace sufrir cuando lo dice» en ese momento la amenaza que percibía Diego en Ana se reduce y a la vez la puede mirar con otros ojos.

2. Acogemos el dolor expresado por el otro y lo reaseguramos, pues está en una situación de vulnerabilidad, en el caso de Diego podría expresarse así: «entiendo que te sientas mal cuando mi madre hace esos comentarios y me gustaría hacer algo para que no te sintieras así, hablaré con ella«, de esta forma se reduce la amenaza que percibía Ana en su marido y juntos sin amenazas pueden pensar una solución.

3. Expresamos reconocimiento y cariño hacia el familiar protagonista del conflicto, así él se siente reconocido y se reduce la amenaza de no sentirse querido.

Con estos tres sencillos pasos conseguiremos reducir la tensión por la hostilidad percibida y aumentar la seguridad del vínculo afectivo.

 

La pareja: principio y fin

Como hemos podido ver, la capacidad para gestionar los conflictos que vienen por la familia política reside en los miembros de la pareja y por tanto no son eficaces los intentos de solución que se sitúan en algún miembro de la familia política, y ni siquiera las soluciones en la línea de poner distancia y alejar a la familia extensa, puesto que muchas veces la distancia física no va acompañada de distancia emocional, muy al contrario aumenta la sensación de culpa y la hostilidad hacia la pareja que nos empuja a distanciarnos.

La idea clave es expresar el dolor, tristeza o miedo que llegó antes que el enfado, dar seguridad al que así se expresa y sanear relaciones con la familia extensa, una suegra que se siente querida y valorada no se vuelve pesada ni entrometida.

Algunos podéis pensar, ¿Y si el familiar en cuestión continúa ejerciendo una influencia negativa a pesar de todo? Efectivamente eso es posible y también en esos casos la capacidad de actuar reside en la pareja, abordaremos esa situación en otros posts si os parece interesante.

¡Espero que os haya dado alguna idea este post! ¿Os parece que este tipo de situaciones se dan con frecuencia?

6 respuesta a “A vueltas con la familia política”

  1. Ocurre muchas veces y más en esta época vacacional donde se convive con la familia política en muchos casos. Yo creo que es importante como nuera ó yerno luchar con uno mismo para que no nos afecten de foema negativa loa comentarios que aunque nos molestan son bienintencionados. Veo más fácil esto que intentar cambiar a la abuela de los niños ó mantener al marido en conflicto permanente.

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